Aunque Chile sigue siendo líder en consumo per cápita dentro del contexto regional, las ventas de estos productos sufrieron una fuerte caída durante 2020, debido a las restricciones económicas provocadas por la contingencia sanitaria. Fenómeno que podría revertirse en la medida que los consumidores recuperen su poder adquisitivo, lo cual permitiría recuperar el ritmo de avance hacia la mayor utilización de nuevos ingredientes naturales y saludables.
El impacto económico generado por la pandemia provocó diversos “terremotos de consumo” en numerosas categorías alimentarias que hasta hace muy poco gozaban de extrema popularidad y aceptación entre los consumidores nacionales. Productos que crecían con fuerza, gracias a la estabilidad económica y apostaban por perfeccionar sus formulaciones en búsqueda de una mayor naturalidad saludable, de pronto se vieron forzados a detener su ritmo de crecimiento y, consecuentemente, a ralentizar la innovación tecnológica.
Uno de estos casos corresponde al popular mercado de helados y postres congelados de consumo masivo, el cual, literalmente “congeló” el fuerte crecimiento que había experimentado durante los últimos años, debido a la pérdida de poder adquisitivo entre sus principales consumidores.
De hecho, hasta 2019 esta categoría alimentaria alcanzaba un consumo per cápita anual cercano a los 8 kilos, posicionando a Chile en el primer lugar dentro de América Latina, con casi un kilo de diferencia respecto de sus competidores más cercanos como Argentina y Costa Rica. Ello se traducía en una oferta extremadamente generosa, caracterizada por la gradual diversificación de sabores, ingredientes y categorías, proceso donde los denominados “helados artesanales o de autor”, ganaban cada vez más aceptación, frente a los tradicionales productos masivos comercializados en las cadenas de retail.
Este crecimiento también había sido cualitativo, expresándose en una mayor proporción de ingredientes e insumos naturales que, si bien encarecían el precio final a público, ganaban aceptación sobre la base de las nuevas tendencias de consumo saludable, ético y sustentable. Sin embargo, el brutal golpe de la crisis sanitaria se tradujo tanto en el cierre de restaurantes o locales que ofrecían estos productos, así como en una importante merma en los recursos de las familias, quienes debieron destinar sus menores ingresos a otros productos más relevantes para la nutrición.
Dicha reorientación forzada de las tendencias de consumo se reflejó, consecuentemente, en una fuerte caída del consumo per cápita nacional, el cual en 2020 sólo llegó a 6,9 kilos, con un gasto promedio anual de US$ 38,7 por persona. Pese a este “derretimiento” del crecimiento, nuestro país aún se posiciona como líder regional, aunque con un crecimiento de ventas mucho más acotado, y que, a juicio de los expertos, sólo podría retomar sus niveles previos una vez que se superen tanto la crisis sanitaria, como la incertidumbre económica.
Experto Macro Food
Especialista en Alimentación Colectiva
@Expertomacrofood